Éste no es un artículo cualquiera. Posiblemente sea el que más me cueste escribir en mucho tiempo por todos los sentimientos que lleva. Y sí, si piensas que va a estar sesgado por mi punto de vista, lo puedes dejar. Porque seguro que lo estará. Voy a cambiar de dinámica y voy a hablar de tenis y de un figura.
Qué bonitos son los tiempos con
Nadal. Me cae bien el tipo, más que nada porque le vi empezar en este mundo y la cercanía siempre tira. Pero no, no voy a hablar del manacorí. Voy a hablar de otro tenista magnífico,
Santi Ventura. Seguramente, para muchos de vosotros será un desconocido. Pero creo que es ha dado una lección a muchos.
¿Por qué
le pongo de ejemplo si nadie le conoce? Simplemente por su mentalidad y por su persona. Tengo un recuerdo imborrable: un jueves aparecí por el club para hacer unas cosillas. Allí estaba él, en las oficinas, preparando su viaje a
Casablanca, un Grad Prix. Digamos que es como si un equipo de
Segunda B de repente empieza a jugar la
UEFA.
“Allí voy a probar suerte. Pero vamos, que el domingo estoy aquí”, me dijo.
Él es así: externamente un pesimista en su máximo esplendor. En su interior, soñaba con lo que después hizo.
Digamos que aquel torno era el tipo de ruleta rusa: o hacía un buen papel o dejaba el tenis. Y claro está, acertó.
Ganó los tres partidos de la fase previa y los cinco del cuadro final. Épico. Casi durante todo el año había ganado los mismos partidos en los torneos de
Tercera que en las tierras marroquíes. Claro, a la semana siguiente le vi y ya no era Santi Ventura. Era: Santi Ventura, ganador del Grand Prix de Casablanca.
Mirad, mirad, los torneos que han ganado el resto de españoles y valoraréis lo que ha hecho. Llevarse un título en esto del tenis está más cotizado que conquistar la
Champions.¿Por qué escribo esto hoy si ya han pasado varios años? Sencillamente porque hoy he tenido una de esas charlas y le he notado otra vez
como antaño: con esa sonrisa imborrable y con el talante ganador que tiene. Había vuelto a ganar después de un año muy complicado. Ya no sale en el
Sport (El tenista que venera a
Ronaldinho, titularon), ni en fotos alzando el puño como el rey del mundo, ni siquiera ahora tiene el privilegio de poder jugar los torneos de
Primera (no le da la clasificación pese a que hace poco más de un año estaba el 70 de la ATP), pero le va la vida en cada partido.
Está en
Alemania, jugando un Challenger y ha pasado la primera ronda. Él me lo ha dicho como si no hubiese sido nada del otro mundo. No va a salir en la tele, ni media
España va a estar pendiente de lo que haga. Pero él, en su interior, después de
sufrir mil lesiones, de superar mil varapalos, creo que se empieza a sentir otra vez ganador. Vuelve a retar otra vez al mundo entero: “¿Alguien me daba por perdido? Aquí estoy yo”, debe pensar.
Muchos no se darán cuenta de lo que significa volver a hacerse un cueco en la cúspide después de haberla habitadp durante algún tiempo. Eso de jugar al tenis tiene que ser muy divertido. Pero también es su trabajo. Y si la cosa no va bien, ¿de qué come? Luego está el orgullo. Y las ganas de superación... y voy a ir concluyendo este post gigante... lo siento. Pero él se lo merecía. Porque España tiene muchos Nadales...
Enhorabuena. Te lo mereces.Fotos: Efe